Lo más preocupante de este Informe sobre la Situación de las Libertades Religiosas en Cuba en 2019 no son las violaciones identificadas y denunciadas, sino las que no incluidas y que superan con creces lo reportado, ya sea porque no alcanzó nuestra limitada capacidad de monitorear para identificarlas, o porque las victimas prefirieron mantener en silencio esas violaciones, incluso cuando fueron identificadas. Lo que incluye este somero reporte es apenas una mínima parte de todas las violaciones a las libertades religiosas propiciadas o infringidas en Cuba y que tienen como máximo responsable al Partido Comunista de Cuba (PCC) y a su Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos (OAAR).
El 2019 fue una continuidad exacerbada del largo historial de violaciones a las libertades religiosas que vienen ocurriendo en Cuba por seis décadas. El año se caracterizó por un incremento alarmante de las tendencias e intensidad de esas violaciones. La OAAR continuó con el control total sobre el ámbito religioso de los cubanos. Las diversas modalidades de represión ejercidas fundamentalmente desde esa elevada instancia de poder político abarcaron sin excepción a todo el espectro religioso nacional, desde la Iglesia Católica Romana, pasando por todas las denominaciones protestantes y evangélicas, miembros o no del Consejo de Iglesias de Cuba (Cic), con reconocimiento legal o no, hasta extenderse contra las minorías religiosas no reconocidas legalmente.
El año estuvo signado por la fraudulenta aprobación el 24 de febrero de una Constitución que divorció libertades religiosas de libertad de conciencia, tomando distancia tanto de las cartas magnas cubanas anteriores como de los instrumentos internacionales. Fueron tendencia: el acoso contra comunicadores y medios de inspiración religiosa de lo cual fueron elocuentes el anuncio el 20 de mayo del cierre de “Cuba Posible” y el encarcelamiento el 11 de septiembre del comunicador católico Roberto de Jesús Quiñones Haces; la negativa del régimen a ceder terreno a las iglesias y creyentes insatisfechos con el sistema educacional, como parte de lo cual sobresale a modo de escarmiento el encarcelamiento desde el 16 de abril del matrimonio de pastores guantanameros Ramón Rigal y Adya Expósito; y el incremento del impedimento a salir fuera de Cuba a líderes religiosos, incluyendo incluso a máximos representantes de denominaciones religiosas reconocidas legalmente y que representan a miles de feligreses.
Este incremento y diversificación de las modalidades represivas muestra sin embargo a un sistema político que actúa cada vez más con mayor torpeza y que lo hace reaccionando, a la defensiva, ante iniciativas de grupos religiosos cada vez también más diversos y en crecimiento constante directamente proporcional al aumento represivo en su contra. Por otro lado, es de destacar el surgimiento y multiplicación de nuevas voces que exigen su derecho a las libertades religiosas desde todas las tendencias de fe cubanas. Es evidente que tanto el sistema represivo del régimen como los propios actores del ámbito religioso son cada vez más conscientes del potencial que posee el ámbito de la Fe como parte de la sociedad civil cubana en los cambios políticos y sociales que inevitablemente ocurrirán.