Consideraciones a los líderes religiosos que llaman a participar en el referéndum del Código de Familias

(por José Gabriel Barrenechea, originalmente publicado en su blog ¨El Hidalgo rural cubano: https://hidalgoruralcubano.wordpress.com/2022/01/31/consideraciones-a-los-lideres-religiosos-que-llaman-a-participar-en-el-referendum-del-codigo-de-familias/¨ )

Algunos líderes conservadores dentro de la Isla llaman a votar NO en el próximo referéndum, a propósito del nuevo Código de Familia. Les señalo que llaman, por tanto, a participar en un proceso convocado por el régimen continuista, que en este momento mantiene a casi un millar de presos políticos, cincuenta y cinco de ellos menores de edad. Todo lo cual no puede ser interpretado más que como una legitimación de la situación de violación de derechos humanos en que vivimos, y de respaldo, al menos indirecto, a la presente dictadura del señor Miguel Díaz-Canel.

Por demás, el prestarse a participar en ese referéndum, desde una posición conservadora, será una completa pérdida de tiempo. A menos que los conservadores exijan de entrada garantías y derechos básicos en cualquier contienda electoral.

Los conservadores deberían preguntarse en primer lugar: ¿por qué en la compleja situación actual, con una pandemia que todavía no parece haber terminado, el régimen se ha apresurado a realizar este referéndum? Es cierto que según el cronograma legislativo aprobado con la presente Constitución ya hace bastante debía haberse hecho, pero lo cierto es que las razones que provocaron su retraso siguen presentes, y otras se han agravado, como la falta de los recursos que el estado deberá movilizar para realizarlo. Entonces, ¿por qué ese apresuramiento evidente en un país en que no hay combustible para el trasporte público, ni jeringuillas en los hospitales, o leche para los niños?

Las respuestas son varias: la primera, desviar la atención de la población hacia un tema que en buena medida les es inocuo al régimen. Entretenernos a todos los inconformes, enfrentándonos en dos partidos a los que puede mirar desde lejos en relativa seguridad. Hacernos olvidar, a fin de cuentas, que el dilema esencial de los cubanos, al presente, es la existencia de ese régimen, que nos impide el ejercicio de nuestros derechos y libertades fundamentales.

Porque lo de definir cuál es la verdadera, o correcta familia, es un problema secundario al de que hoy no tenemos derechos, ni libertades reales para definir nada en el país en que nacimos. Los líderes conservadores y religiosos deben recordar, por ejemplo, que en un final viven en un país en que tanto sus Iglesias, como sus templos, o sus personas, se encuentran a merced de la discrecionalidad de cualquier funcionario del estado o del partido.  

La otra razón por la cual el régimen ha optado por hacer este referéndum, ahora, en medio de la compleja situación, resultará más convincente en nuestro empeño por hacer comprender a los mencionados líderes conservadores la conveniencia de no participar, o en todo caso de exigir garantías y libertades elementales para esa participación.

El continuismo canelo ha visto durante el último medio año retroceder su prestigio entre las izquierdas occidentales, y sobre todo ha quedado demasiado mal parado frente al liberalismo progresista en los Estados Unidos. Algo muy preocupante, porque en parte el éxito de la política exterior del régimen cubano se ha sustentado siempre sobre ese prestigio, y sus aspiraciones a retornar a una relación más próxima con el vecino del norte, que le permita explotar a los turistas americanos, o a sus propios emigrados en aquel país, pasan por quitarse de encima el sambenito de autoritario y represivo que le ha caído tras el 11 de julio.

Por otra parte el régimen, que ha debido aproximarse hasta casi convertirse en un estado cliente del paleo-conservadurismo moscovita, necesita de alguna manera resaltar ante el liberalismo americano y las izquierdas occidentales su carácter progresista. Porque a fin de cuentas ni en Moscú, ni en el muy comercial Pekín, parecen muy interesados en convertirse en aquello que siempre ha sido la aspiración del castrismo -y ahora del continuismo canelo- encontrar: un estado mecenas que sufrague el modelo totalmente improductivo cubano, a la manera de la URSS entre 1960 y 1989.

El continuismo canelo necesita por lo tanto actualizarse en cuanto a logros progresistas. Lo cual conlleva algo que los conservadores no pueden perder de vista: el régimen necesita que se imponga el SÍ, y cuenta con una legislación y organización electoral completamente controlada que le permiten hacerlo. Todos sabemos que si el día antes del referéndum se baja la orientación, desde el Palacio de la Revolución, de que el nuevo Código deba ser aprobado por, digamos el 70% de los votantes, dos días después Granma informará de que un 80% de nuestro pueblo aprobó la propuesta.

Por tanto, quienes ahora llaman a votar NO, si éticamente no tienen problemas con el participar en un momento en que corresponde la resistencia cívica, la no asistencia o no participación, deberían al menos exigir lo más elemental: derecho a presentar su posición en los medios, y en general en público, en reuniones libres convocadas al efecto; garantías como la de tener representantes en las mesas electorales, o de participar como observadores en el conteo de boletas electorales.

Sin nada de ello, lo que hacen los tales líderes conservadores con su actitud es legitimar al sistema electoral del régimen. Con su participación en lo que no será más que una falsa, legitimaran también la imposición del Código de Familia en base a una supuesta victoria del SÍ en las urnas, gane o no realmente. Y por demás está decir que legitiman al régimen, y a la grave situación de derechos humanos que vivimos en Cuba. Algo que algunos no dejaremos de denunciar… si ocurriese, finalmente.

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