
Cada 31 de octubre, coincidiendo con el Día de la Reforma Protestante, el Instituto Patmos entrega su premio anual a un creyente cubano consecuente con su fe en Cuba. Este año 2021, en su octava edición, el Premio se concede a Ernesto Borges Pérez. Ernesto es un prisionero del castro comunismo. Fue condenado a 30 años de prisión de los cuales íntegramente ha cumplido 23. Su crimen fue atentar contra el sistema comunista imperante en la isla desde su posición de oficial de la contrainteligencia militar. O sea, es un prisionero político, que se ha mantenido en prisión estos 23 años porque ha permanecido fiel a sus ideas, y no ha cedido ni ante amenazas ni pactos con sus carceleros. Lo más importante que le ha ocurrido tras las rejas ha sido su conversión a Jesucristo en 2005. Desde entonces la fe ha jugado un papel fundamental en su vida, fortaleciéndole en sus ideales, y haciéndole sentir un hombre libre, aunque se encuentre en prisión.
Por tanto, Ernesto cumple el requisito fundamental para recibir el Premio Patmos: ser consecuente con su fe. Por otro lado, el 2021 ha sido uno de los años más difíciles para elegir a uno entre muchos otros candidatos posibles, especialmente luego del 11 de julio cuando cientos de hombres y mujeres fueron a parar como Ernesto a las prisiones precisamente por demostrar ser consecuentes con sus ideas. Tanto del ámbito católico como protestante, sacerdotes, pastores o laicos, estuvieron en las calles entre el pueblo del que forman parte y con el que se identifican, pidiendo libertad. Por citar ejemplos, al sacerdote Castor Álvarez le golpearon la cabeza con un bate, el laico católico Ángel Mesa permanece en prisión desde el 11 de julio, el pastor Lorenzo Rosales Fajardo también permanece en prisión y ha trascendido que ha sido víctima de severas golpizas en una de las cuales (14 de julio) quedó inconsciente y para revivirle los cinco verdugos que le golpeaban orinaron sobre su cabeza… cualquiera de los centenares de héroes del 11J merece sin dudas nuestro galardón, en medio de tanta gente digna comprendimos que Ernesto se destacaba por la cantidad de años que ha sufrido el calvario que ahora tantos hermanos y hermanas sufren, de modo que en Ernesto se encuentra el simbolismo de premiar a través de él a todos los presos que sufren por motivos de conciencia.
Pero también, por supuesto, se premia la dignidad individual del propio Ernesto, y se le señala en un momento en que la multitud de presos de conciencia hace difícil enfocarse en uno de ellos y por tanto pese a sus 23 años en prisión, Ernesto tiende a perder visibilidad. Si este Premio al menos consigue arrojar un poco de luz sobre las tinieblas de su celda el Instituto Patmos se da más que satisfecho. En los años de prisión él ha vivido momentos de esperanza de ser liberado, por ejemplo, en ocasión de las visitas papales, especialmente siendo tan ferviente creyente católico desde su conversión en 2005. También en el momento del denominado ¨deshielo¨, cuando tuvieron lugar las negociaciones de la Administración Obama, y en las que por cierto el Papa Francisco jugó un rol muy relevante, muchos, incluyendo al propio Ernesto, sintieron que su libertad era inminente, pero entonces se sufrió la decepción de que varios espías fueron canjeados por solo una persona acusada de espionaje en Cuba, Rolando Sarraf Trujillo, porque el contratista Alan Gross fue liberado por cuestión humanitaria. Ernesto ha vivido en esperanza contra esperanza (Romanos 4:18a); pero este Premio se propone ayudarle en su esperanza.
Patmos, el nombre del Premio, que es a la vez el de este Instituto en las ¨catacumbas¨ de Cuba, es el nombre de la isla en la que Juan en el siglo I cumplía prisión condenado por el emperador Domiciano por ser consecuente con su Fe (Apocalipsis 1:9). La prisión de Juan derivó en las visiones de esperanza descritas en el Apocalipsis, porque más allá de las tribulaciones que describe, como parte de la confrontación universal entre el bien y el mal, es un libro con un final feliz. Es el mismo deseo para Ernesto preso en el siglo XXI bajo los Castro. Y al igual que en Patmos Juan recibió visiones de esperanza, en su prisión Ernesto las ha tenido para Cuba; y su libertad, y la de Cuba, se encuentran ambas muy cerca.
Instituto Patmos, 31 de octubre de 2021